viernes, 25 de junio de 2010

Se me empieza a ir la pinza

Me sorprendo de nuevo pensando en ti durante mis horas muertas.
Soy consciente de que a pesar de las horas invertidas en conversación, seguimos siendo unos desconocidos. Sin embargo, eres un desconocido con el que siento que puedo compartir mis pensamientos más profundos, ese lado místico que hoy en día la gente se avergüenza de mostrar o ni si quiera se han planteado tener.
Me encanta hablar contigo. Es como conversar con una parte de mí. Es como pensar en voz alta, me ayudas a conocerme a mí misma. Y quizá es eso lo que nos une, pero a su vez nos separa. Si te veo como parte de mí misma, es inexorable que me sienta atraída y no quiera perderte, pero la conclusión lógica es que nadie siente amor erótico hacia uno mismo.
No obstante, tú eres un hombre y yo soy una mujer. La sexualidad de ambos es algo que existe y late en nuestro interior. A veces empuja por mostrarse y nos puede llevar a situaciones comprometidas que luego no sabemos resolver. Es un conflicto psicológico entre el instinto y la razón. Intentamos tener relaciones sexuales y no pudo ser. Sé que te gusto como mujer además de como persona. Soy consciente de que despierto ese deseo en ti. Sin embargo, la idea de que tú me veas como una hermana me resulta molesta. Mi Yo se encuentra en un conflicto demasiado grande como para resolverlo por mí misma: por una parte mi Ello está profundamente ofendido de no resultarte eróticamente deseable, y por otra mi Superyo está orgulloso de que alguien haya sabido ver en mi algo más que un pedazo de carne capaz de producir orgasmos. El problema es que Yo estoy mucho más cerca del Ello que del Superyo.
Bajo mi punto de vista, creo que simplemente fue un gatillazo. Por algún motivo del que tú eras o no consciente, tu cuerpo te jugó una mala pasada y tú trataste de justificarlo como un exceso de confianza. También pensabas que podía ser una falta de amor, del que tú dependes para tener sexo. Yo prefiero dejar abierta la opción de que algún día podrías enamorarte de mí y consecuentemente hacerme el amor. Esta idea me seduce bastante más que tu fraternalismo (¿o debería decir paternalismo?) Como alguien dijo una vez, pa dos besos ya tengo a mi madre.
Yo quiero pensar que tú querrías enamorarte de mí, aunque es evidente que enamorarse no es una elección consciente. Lo que sí has elegido es seguir quedando conmigo. Hablando, conociéndome, ayudándome a acercarme cada día más a mi Superyo. También has elegido darme tu cariño. Aseguras ser una persona fría y distante, mas conmigo te muestras cercano y no rechazas ninguna de mis muestras de cariño. Me coges, te acercas, me miras… y no solo me miras, me VES. Y me besas. Sobre todo me besas. No es un beso propio de ágape. No es un beso de hermanos.
Me gustaría poder verte esta semana. Hablar contigo, matar todas estas ideas que tienen mi cabeza ocupada con tonterías en mis ratos ociosos. “Si tiene que pasar algo, pasará” dijiste.
La verdad es que yo disfruto fantaseando. No puedo evitarlo, me encanta. Es como cuando le preguntas a un niño qué quiere ser de mayor y no te responde con un simple “me gustaría ser bombero”. Ellos entran en detalles, saben qué harán, cómo y cuánto van a disfrutarlo. Algo parecido es lo que me ocupa la mente. Nunca me han gustado especialmente los niños, ni el matrimonio, ni la Iglesia. Sin embargo, desde que compartes conmigo tu punto de vista sobre esas cosas no podría estar más de acuerdo: los niños son vida, el matrimonio es sagrado y la Iglesia un modo de compartir y llegar a la felicidad. Ojalá yo pudiera verlo tan claro cuando tú no estás. La verdad es que me recreo pensando que algún día seré una madre devota, entregada a su familia y sus quehaceres. Más allá de mis éxitos profesionales, la vocación de cuidar siempre ha estado en mí y sé que ver la sangre de mi sangre creciendo y formándose como una persona diferente es algo que llenaría mi vida. No se me ocurre una forma mejor de demostrar mi amor por un hipotético marido que darle un hijo. Una criatura que fuese la mezcla perfecta de ambos y una muestra sólida, viviente, del sentimiento más intenso.
Y todo son ensoñaciones. Y sé que queda muy lejos. Pero aún así, me gusta verte como padre de mis hijos, imaginarme pasando por el altar (tu altar), compartiendo un “sí quiero”, en el paritorio dándonos la mano y en el lecho de muerte compartiendo el último hálito de vida.
Qué tonto puede parecer todo, pero es muy grande.
Sé con toda seguridad que no estamos enamorados y que es muy probable que no lleguemos a estarlo nunca. Pero esto es hermoso, esta ilusión me da esperanza. Es el síntoma de que mi alma sigue viva, que en mis latidos van acompañados de sentimientos y que sigo respirando ganas de amar a pesar de todo el sufrimiento. Soy una especie de masoquista sentimental. Sé que cuanto más alto me lleven mis sueños más grande será la caída y mucho mayor el dolor, pero no me importa. ¿Qué sería de mí sin estos sueños? ¿Qué sería de esta ilusa si se viera forzada a vivir sin ilusiones? Sé que esto acabará trayéndome dolor, pero simplemente no quiero verlo. No voy a prohibirme sentir, porque ya lo he hecho y no sirve para nada. Forjarme un escudo de indiferencia me trae el mismo dolor y además me impide disfrutar de los pequeños momentos felices. No voy a resignarme a mi vacío, por mucho dolor que implique llenarlo. Llenarme.
Y ahora, te guste o no, estoy empapándome en ti. Me encantaría poder terminar este texto con dos palabras mágicas, esas que todo el mundo quiere escuchar siempre. Esas que han causado guerras, enfrentado pueblos y llenado más libros y canciones que ningunas otras. Sé que ahora no tienen significado en mi boca, que son una mentira. Pero es una mentira hermosa y hace tanto tiempo que no suena en mi voz algo hermoso que mis labios lo piden, mis manos lo ruegan y mis noches lo imploran. Sé que es absurdo y probablemente no tiene sentido para ti, pero necesito soltarlo. Sé que ni si quiera tiene sentido para mí misma, intentando razonarlo. Pero ¿sabes? La razón no me ha hecho feliz hasta ahora y tengo unas ganas inmensas de ser feliz en este momento. Lo necesito. Te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario