viernes, 25 de junio de 2010

La primera cita

Hola…
No acabo de creerme que realmente esté haciendo esto. Supongo que me ayuda a pensar.
Te conocí la noche del 6 de Marzo, si es que eso puede llamarse conocer a alguien. Yo acababa de romper con mi novio, después de 4 años de relación. Había bebido, estaba bailando con mis amigas y de repente alguien me coge, me da la vuelta y me besa. Te seguí el rollo y en cuanto pude volví con mi grupo. No recuerdo exactamente cómo ni cuándo, pero parece ser que te di mi Messenger, o mi Tuenti, o ambos.
Estuvimos hablando un par de semanas. Yo no te di ninguna importancia, así que no me preguntes sobre qué cosas hablábamos ni lo que te dije. Me habías propuesto quedar algún día, pero yo te daba largas porque no tenías ningún interés para mí. Poca conversación, faltas de ortografía, simpleza de carácter, le gustan los coches, no tiene estudios. Hasta aquélla tarde.
Yo había discutido con mi ex novio. Estaba hecha polvo, enfadada, rabiosa y deprimida. Acababa de rechazarte y volví a proponerte quedar. Al fin y al cabo, no tengo nada que perder. O eso pensaba.
Era 15 de Marzo, primer día de fallas y a las siete de la tarde Valencia estaba colapsada. Viniste a por mí a mi barrio. Yo no quería decirte exactamente dónde vivía. Llegaste a la parada del bus, me reconociste y yo supongo que también te reconocí (parece que no iba tan borracha aquella noche). Subí corriendo a tu coche, presionada por la policía de tráfico. Te acompañé a aparcar el coche. Te dije que había quedado a cenar con unas amigas, así tenía la excusa perfecta para marcharme si no me convencías. No sabía qué hacer, pero como estábamos en Valencia iba a quedar como una idiota si te decía eso. Esa mañana había oído decir a mi padre que encendían la iluminación de la calle Cuba y te propuse ir. Después de dar un par de vueltas, entramos en una cafetería. Estuvimos hablando de todo un poco... No eres tan tonto como pensaba. Te gustan los gatos. Tienes unos ojos preciosos. Mierda.
Salimos de la cafetería, te cogí del brazo y empezamos a andar. Coincidió que empezaba el encendido de la iluminación. Las bombillitas se iban encendiendo hacia nosotros. Sonaba “My Way” de Sinatra. Intentaste besarme y giré la cara, no me apetecía. Entonces pensé que lo había pasado bien. El entorno era romántico. Y fue una putada, pero te seguí el beso.
Anduvimos hasta el coche y entré contigo. Seguimos hablando otro rato y volviste a besarme. Se hicieron las once de la noche y seguías ahí. Después de alargar la cita mucho más de lo necesario, me llevaste a casa y pusiste esas canciones de Pol 3.14. ¿Por qué tienes que hacer eso? Me besaste. Y otra vez. Y otra hasta que nos despedimos.
Llegué a casa feliz. Me pareciste un chico atractivo y me había divertido. Sonó el móvil: “Me lo he pasado genial, eres un encanto. Acuérdate de la perdi. Un beso”. Mi cerebro luchaba: No sabe quién eres. No te conoce. Está intentando camelarte. No le creas.
En internet, tu Tuenti rezaba: No consigo recordar por qué motivo me fui.

No hay comentarios:

Publicar un comentario