viernes, 25 de junio de 2010

Bienvenida a mí misma

Por suerte o por desgracia, nací mujer.

Pese a que debo reconocer que me encantan ciertos aspectos de mi género, hay cosas que envidio de los hombres. Una de ellas es la caja de la nada*.

Queridos hombres, me encantaría tener vuestra sorprendente capacidad de vaciar la cabeza de problemas y no pensar. Sé que muchas de las cosas que me quitan el sueño son imbecilidades. Sin embargo, la indiferencia al entorno es incompatible con el par XX y he de lidiar diariamente con un entresijo de pensamientos que no me llevan a ningún sitio, pero me acercan cada día más al manicomio.

Esos pensamientos se acumulan en mi cerebro, se dan codazos unos con otros, tropiezan con ideas malvadas, ocurrencias descabelladas y frases frikis. Muchas veces están tan apretaditos que uno de ellos decide salir por mi boca sin pedir permiso, trayendo serios problemas por la falta de filtro. Eso es un pedo mental: se te escapa sin querer y luego tienes que tragar con las consecuencias. La sabiduría popular “el que no caga revienta” no puede ser más cierta; cuando sueltas un pedo mental frecuentemente le sigue una diarrea cerebral, para mayor escarnio. Después de varias auto-humillaciones públicas, me di cuenta de que necesito un desagüe para que mi mierda no me salpique en los momentos más inoportunos.


¿Qué hacemos con toda esta mierda? Había varias opciones.

Contárselo a un amigo hombre es completamente absurdo. Un hombre sólo escuchará tus problemas intrascendentes si piensa que después vas a acostarte con él. Con la cantidad de ideas que se me acumulan, necesitaría tener dos vaginas para estar al nivel.

Contárselo a una amiga mujer parece una buena idea, pero claro eso implica que ellas compartan su basura mental conmigo y es algo que no estoy dispuesta a soportar. Ya tengo bastante con mis problemas, no necesito que tú me cuentes tu crisis personal porque has salido a la calle sin combinar el color de la camiseta con el de los zapatos.

Alguien me dijo que fuese al psicólogo, pero me parece una prostituta mental. Tú le pagas y te hace lo que quieres. Para eso se lo contaría a un amigo hombre, que es gratis.

Tenía que solucionar mis problemas sola y comencé a escribir para desahogarme. Y tú lector, eres mi pequeño escarabajo estercolero: estás ayudándome a sacar mi mierda.

*http://www.youtube.com/watch?v=OfQE1nX4C4k

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