jueves, 5 de agosto de 2010

Un vodka con naranja, por favor

Hace 6 meses mi vida se desmoronó por completo. Todo lo que creía verdadero, estable y eterno se desvaneció ante mis ojos de la noche a la mañana. Tenía un hermoso castillo en el que yo era la pricesa y mi príncipe pronto me haría reina, pero un mal día se llevó todas las ilusiones y borró mi reino del mapa. Simplemente se desvaneció, como si todo lo hubiera soñado.

...mentira.

Mi castillo era en verdad de una promoción VPO cutre con muchos errores de construcción, que se venía agrietando desde hace 3 años delante de mis narices. Yo me negaba a verlo y tapaba los "bujeros" de los muros con fotos de pareja, rellenaba las grietas con plastilina y tiraba p'alante con una sonrisa de quémaravillosaesmivida.

Como era de esperar, en los últimos 16 meses la obra se vino abajo por completo y el pasado Febrero ya no quedaban ni ruinas. Mi corazón habitaba un alegre descampado.

Ahora no tengo un castillo. Y no lo quiero (no hay príncipes en el horizonte y limpiar los torreones sola es un faenón). Habito una tienda de campaña la mar de acogedora, que me ha costado sudor y lágrimas levantar.

...también mentira.

Ni sudor, ni lágrimas. Lo que me ha costado es alcohol.

Al principio estaba tan destrozada por mi derrumbe que no veía más allá del polvo del escombro. A raíz de mi último cumpleaños decidí que necesitaba abandonar mi solar yermo si quería hacer algo con mi vida. Organicé una cena con mis hamijas y ellas me presentaron al responsable de mis lapsus de felicidad en mis periodos de desgracia: el Smirnoff con naranja.

Para ser exactos, reconstruirme ha costado la friolera de 50 borracheras, religiosamente contadas. Gracias a mi condición de parada, he podido embriagarme todos los fines de semana, puentes, jueves universitarios, miércoles Erasmus, festivos nacionales, fiestas regionales y días de guardar. Mi organismo metaboliza el alcohol que es un primor y nunca tengo resaca, así que todo me vale mientras quede noche por delante... y euros en la cartera.

Para que os hagáis una idea, yo necesito cuatro cubatas para salir del ostracismo y seis para ser mantener una conversación agradable con un desconocido. Con más de seis copas tengo una habilidad social que deja a Paris Hilton al nivel de las monjas de clausura, pero no es lo habitual.

Puede que suene miserable, pero la felicidad ociosa se paga muy cara. Al menos en mi caso.
Pongamos que cada borrachera ha requerido cinco copas, a una media de siete euros cada una.

5o borracheras x 5 copas x 7 euros = 1750 eurazos

1750 euros / 9 meses de comportamiento irresponsablemente etílico = 194 euros al mes

Y sin ingresos.

Luego la sociedad se cuestiona por qué los jóvenes hacemos botellón. Pues porque somos unos desgraciados y la felicidad en los locales nocturnos es más cara que en el maletero de mi coche.

El amor tal vez no tiene precio, pero el desamor a mí me sale muy caro.

6 comentarios:

  1. Sé que es mucho menos estilosa y glamurosa, pero la cerveza tiene efectos parecidos (en cuanto a su efectividad etílica, los otros... sí, ya lo sé), y es bastante más barata (normalmente). La última frase te daba para un magnífico anuncio de MasterCard.
    ¿Quién no ha pasado nunca por una etapa etílica?

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  2. Con la cerveza me pasa como con el café: me encanta cómo huele, pero no puedo tragármela.
    Y con el vino ni eso, es olerlo y me vienen las arcadas. En cualquiera de sus modalidades (blanco, tinto, rosado, cava, tinto de verano, sangría, calimocho...)

    Normalmente empiezo con vodka o ron-cola, que entran sin esfuerzos y conforme avanza la noche ya hasta el agua de los floreros. Como dice mi madre, hay que comer de todo.

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  3. Prueba la heroína. Cunde más de lo que cuesta

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  4. Quita, quita... jetinguillas ya tengo suficientes en el trabajo.

    El alcohol de curar no se puede beber (lo mezclan para darle mal sabor, se las saben todas) pero tener la heroína-morfina y demás "INA" puras a tu alcance es muy tentador como para andar jugando a probarlas...

    Además las marcas de inyección me restarían profesionalidad.

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  5. Después de tres meses metiéndote caballo serás tan feliz que no te hará falta ir a trabajar. De hecho, antes de que eso ocurra, habrás dejado de ir a trabajar sin darte cuenta.

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  6. Eres muy buena, muy real.

    Yo si que me alegro de haberte encontrado, en serio.

    Yo prefiero el ron, el vodka me hacia añicos pero depende de la compañía puedo llegar a beber hasta agua oxigenada.

    Saludos, te invito a la penúltima.

    Volveré a volver.

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