sábado, 17 de julio de 2010

Esperando

Estoy segura de que tengo muchos defectos, pero hay tres de los que soy perfectamente consciente. Virtudes de las que carezco por completo.

No tengo paciencia. Lo quiero YA. Esperar es un mal que no sé soportar. Por eso no me gustan los perros, ni los niños. Odio la gente que no responde a los sms. Siempre llego tarde a propósito porque si he de esperar a los demás, acabo marchándome sola.

No sé lo que es la fuerza de voluntad. Lo quiero FÁCIL. Soy genéticamente incapaz de hacer dieta y físicamente inválida para la abstinencia sexual. Me resulta imposible renunciar, sacrificar o posponer las cosas que me agradan. Soy una adicta a la serotonina fácil. El día que una misma persona sea capaz de darme chocolate y orgasmos, seré suya.

Desconozco la constancia. Lo quiero TODO. Soy una veleta (o como diría mi madre, un culo inquieto). No me malentendáis, por supuesto que tengo metas y objetivos en la vida. Mi problema es que son tantos que no sé en qué dirección focalizar mis fuerzas cuando las metas están en direcciones opuestas. Al final, acabo por no emprender ningún proyecto porque sé que no los terminaré.

Afortunadamente, para compensar tanto hueco virtual (entendiendo virtual como relativo a la virtud) me dieron una triple dosis compensatoria: Soy testaruda, obstinada y terca.

Siempre tengo razón, aunque no la tenga.

El problema es que me encanta llevar la contraria.

El día que veais mi esquela anunciando una muerte anticipada, probablemente es que alguien me dijo que no sería capaz de suicidarme.
Basta que me digan que no puedo hacer algo para que quiera.
Y siempre lo consigo.

5 comentarios:

  1. Inquietante imagen, porque según eso se deduce que tu hombre ideal debería tener entre las piernas un magnum triple chocolate y muchos recambios

    ResponderEliminar
  2. Siempre me ha parecido curioso como se puede vilipendiar o loar un mismo carácter con diferentes adjetivos, que, con connotaciones opuestas, significan lo mismo: testaruda, obstinada, terca... o tenaz, constante, firme.

    ¿Para qué la dieta si el sexo es un completo ejercicio físico?

    ResponderEliminar
  3. Curioso acierto, pasé un verano entero merendando Magnum Triple Chocolate, hasta que me despidieron del restaurante. Las cosas buenas, de tres en tres mejor.

    Y enlazando temas, lo del ejercicio es muy cierto, pero peligroso conociendo mi incontinencia de placer. Recuerdo cuando comencé mis prácticas sexuales en pareja (en solitario es imposible saber cuándo comenzaron, siempre han estado ahí) allá por mis 15 primaveras. El afortunado de presenciar mi debut se quedó conmigo 3 años en los que perdí 21 kg. Llamaron a mi casa del colegio preguntando si tenía algún trastorno de la alimentación.

    Y no, no dejé de comer chocolate. El hambre postcoital es atroz. Y la intercoital más.

    ResponderEliminar
  4. ¿Entonces para qué quieres la dieta, criatura?

    ResponderEliminar
  5. Porque después de ese, vino otro que me retuvo 4 años pasando un hambre canina, sexualmente hablando.

    Al retirar mi dosis de serotonina sexual, tuve que multiplicar la proveniente del chocolate.
    Resultado: recuperé mi peso perdido y por el camino encontré 10 kg más.

    Ahora busco un gimnasio. Con buenos aparatos.

    ResponderEliminar