lunes, 19 de julio de 2010

Me siento culpable de sentirme culpable

Hasta el momento, he tenido contacto sexual con 12 hombres en toda mi vida. Teniendo en cuenta que durante 15 años fui virgen y después pasé otros 7 en dos relaciones de pareja, la decena de amantes que queda se me apelotona a razón de uno al mes. Y generalmente, llegan con la intención de quedarse. Por suerte para mi hedonitis crónica algunos son geográficamente inaccesibles y la mayoría pésimos amantes. No se me amontonan.

Soy una persona sexualmente liberada y de mente muy abierta, pero de conciencia condicionada a la monogamia por dos motivos: experiencia laboral y presión social. Si os preguntáis por qué mi trabajo condiciona mi vida sexual, seguro que a vosotros trabajar en una planta de Urología una temporada también os haría pensar muy mucho sobre la probabilidad estadísticamente aterradora de que algún desgraciado te contagie cualquier mierda. Aún usando preservativo. La vida real no es "Anatomía de Grey".

Respecto a la presión social, las mujeres somos así de estúpidas. Nos dijeron que debe haber algo más allá del furor uterino para entregarnos -entregarnos, ¡qué bonito! te ofrezco mi entrepierna envuelta en papel de regalo- y nosotras fingimos que nos lo creemos porque existe ese hombre ideal que merece tu reserva. Entonces llega el día en que descubres que no existe el príncipe azul y tú necesitas follar igualmente. Eso pesa en tu absurda conciencia y te hace sentir mal, sucia, rara, incomprendida y sola.

Por si toda esa maraña de sentimientos no fuese suficiente, ahora está de moda el libertinaje. Como buena moda, hay que seguirla para estar al día y encima nos tiene que gustar. Así que como soy una mujer moderna, me subo al carro de follarme a todo lo que se mueve y ¡oh, sorpresa! al mogollón de sensaciones se unen dos perlas más: te sientes utilizada y culpable. Y si te pareces un poco a mí, te sientes culpable de sentirte culpable por hacer lo que te apetece.

No sé qué pasará por las cabezas de las demás féminas, pero yo dedico bastante tiempo a buscar una explicación racional sobre qué es lo que me hace sentir pesar cuando el subidón del orgasmo desaparece y veo quién está en mi cama, porque no sucede siempre.

Hace poco pensé que muerto el perro, se acabó la rabia e intenté eliminar ese "quién" sustituyéndolo por "algo" pero han sido los 62 € peor invertidos de mi vida. Hombres del mundo, no temáis a la tecnología sexual. Por muy mal amante que seas, un ser humano es muchísimo mejor que el aparato más sofisticado que inventen los de Fun factory. Curioso que la empresa sea ale-manita, ¿no?

Volviendo a mi sentimiento de culpa, sé que tiene poco o nada que ver con el vínculo sentimental que me una al afectado. En ocasiones he llegado a sentirme tan cosificada por mis novios como por los desconocidos de un sólo polvo. Del mismo modo he estado igual de felizmente pletórica después de una noche haciendo el amor, que después de una buena follada en una noche etílica.

Una vez una bellísima persona me dijo que cuando tenga dudas sobre mis actos, piense cómo me harán sentir las consecuencias a los tres días. Lo que pasa es que yo soy incapaz de predecirme a mí misma y acabo haciendo lo que me apetece en ese instante, que dada mi pasmosa capacidad para la autoflagelación obviamente no siempre es lo mejor para mi salud mental.

En el fondo, creo que lo que me hace sentir mal es que me mientan. No soporto las mentiras. Para mí es absolutamente desquiciante que un tío que sólo quiere llevarme a la cama trate de camelarme diciendo que soy la mujer de su vida. Y se ve que esto es la norma hoy en día. Por si eso no fuera suficiente, cuando te quitas de encima (o de abajo) al lobo disfrazado de cordero te suelta eso de que al menos siempre quedará la amistad. Pero vamos a ver ¿qué amistad? ¿tú eres gilipollas?

También estoy convencida de que los hombres van de románticos porque es lo que se supone que debe abrirles el paso hacia la entrepierna de las mujeres. Mujeres que se hacen las estrechas porque es lo que se supone que debe abrirles el paso hacia los hombres adecuados. Hombres que se suponen adecuados pero no lo son. Y en este adorable círculo vicioso de suposiciones hay mucho corazón desvencijado y mucha ilusión perdida.


Respecto a mí, trece es un número precioso y me encantaría que el afortunado decimotercero me diese motivos suficientes para que no haya necesidad de un decimocuarto. Aunque pensé lo mismo del primero, del segundo y del tercero...

Llamadme ilusa.

8 comentarios:

  1. Entiendo en cierta forma que te sientas culpable por sentirte culpable, porque un examen racional de tus sensaciones (tu culpabilidad inicial) te lleva a ver de su incongruencia.

    Por mi parte, nunca he podido utilizar juguetes de ningún tipo en mi escasa (en cuanto a número de parejas) vida sexual, y me hacía ilusión hacerlo algún día, puesto que en todo tipo de banales consultorios sexuales y similares antros predisponen a la curiosidad por ellos. Comisiones que se llevaran de los ale-manitos.

    Finalmente, y para ser políticamente (in)correcto, diré que en mi recientemente liberada vida sexual he podido constatar que ni las mujeres (desde la tierna veintena hasta entrada la treintena) usan la táctica de la estrechez para dar con los monarcas en ciernes, ni a nosotros nos hace mucha falta recurrir a burdas, falsas y previsibles promesas de amor. Vamos, que el negocio suele estar claro. Por lo menos en el humillante juego nocturno que tanto detesto retomar cada fin de semana.

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  2. Me alegra que alguien entienda mi culpabilidad, porque sinceramente yo no le acabo de ver la razón.

    El mejor juguete sexual es un amante que te ame. He dicho.

    Mis fines de semana son doblemente humillantes entonces: soporto la farsa sentimental y después el juego absurdo. Con lo cómodo que es tener a alguien a quien decirle un simple "¿follamos?"

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  3. Lo que se viene llamando en los últimos tiempos un/a "follamig@". Sólo por curiosidad me gustaría saber hasta qué punto permite cubrir (nunca mejor dicho, permítaseme el chascarrillo) las necesidades genitales y aliviar así cuerpo y mente sin mayores implicaciones y/o cargas.

    En tu mano está, en todo caso, aviar la farsa, ya que la mayoría de tus compañeros tendrá bastante claro lo que busca, y sólo su estandarización en base a la figura del príncipe azul les llevará a construir el enredo previo. La humillación a la que me refería, no obstante, tiene más que ver con ese supuesto y manido juego de seducción en la penumbra de un antro musical y etílico que suele adquirir tintes dramáticos con la llegada de la luz del día.

    Entiendo tu culpabilidad, efectivamente, pero te regalo desde ya mis atisbos de incomodidad postcoital.

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  4. Ya sé que está feo tirar piedras contra el tejado, pero si no te va bien con los tíos prueba alguna vez con una tía. A una amiga le funcionó y ahora le va bastante mejor, sin malentendidos ni malos rollos. Para serte sincero no sé porqué aún hay mujeres que aguantan a los hombres (aún no sé porqué mi chica me aguanta…)

    El único juguetito que hemos probado nosotros es el anillito de durex y, francamente, es una ñufla, vale para un jiji y un jajá y se acabó, pero si hablamos de follar, sobran las cosquillas.

    Eso sí, la publicidad de los juguetitos es imaginativa, ya podían apretarse los sesos de igual forma a la hora de diseñarlos. Recuerdo uno que me encantó, en una página de dildos con forma religiosa: El "Judas Iscariote". Al lado del cacharrillo ponía

    "Jodió al hijo de Dios ¿Qué no hará por tí?"

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  5. Lo de cambiarme de acera alguna vez lo he pensado, para qué mentir. Acabo sparcando la idea porque las mujeres son unas brujas, demasiado complejas y rebuscadas en todos los sentidos(aparte, me gusta más un pene que a un tonto un lápiz).

    Los juguetes tengo claro que son oara cuando no hay un amantre. Complementar un cuerpo perfecto es algo difícil de hacer bien. Supongo que por eso hay hombres detractores de los pechos de silicona.

    El follamigo... ODIO esa palabra. Suena fatal. Prefiero el concepto "amigos con derecho a roce" que aunque puede parecer lo mismo, pera mí no lo es. El follamigo es alguien que llegó para follarte y no se va a molestar en ser tu amigo. El amigo con derecho a roce, previamente es tu amigo y se ha ganado el derecho con el tiempo y el buen trato.

    Además la confianza con tu pareja sexual hace milagros. Hay pocos (ninguno)desconocidos que sepan qué hacerte y cómo del modo correcto.

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  6. Yo perdí la cuenta de los hombres con quienes he tenido contacto sexual. Perdí la cuenta a los 26 (años, y hombres). Ahora tengo 30, y sospecho que el número de amantes supera mi edad. Mi época promiscua empezó antes del boom de sexo en nueva york, así que no tuvo nada que ver con la moda, quizá más con la trasgresión. Si, es quizás una gilipollez pero a mis 23 años, tras uno de abstinencia por un desengaño amoroso, no me sentía culpable por tirarme a todo lo que se meneaba, me sentía rebelde. Y la verdad, es que no me arrepiento. Ahora estoy mucho más tranquila, el sexo me importa menos y lo disfruto más. Follo menos, pero con más ganas. He descubierto que se puede hacer el amor con un desconocido, que se puede tener sexo bonito, sincero y satisfactorio con un desconocido, y no desear nada más, porque así ha sido perfecto. Y que el amor no tiene nada que ver con el sexo, por lo que he dejado de buscar el amor (aunque a veces me ataque la solteritis aguda) e intento, simplemente, dejarme llevar por el fluir de la vida.
    Me niego a tener "follamigos" "amigos con derecho a roce" o demás eufemismos. No sirvo para eso. O me implico con alguien, o no me implico. Y me puedo pasar seis meses, o hasta un año sin follar. Y no tengo juguetes sexuales, pero mi mano me encanta, y yo me adoro, soy la mejor amante que he tenido.

    Lo que te falta es amor propio, creo. Con el suficiente amor propio no te sentirás culpable por algo que sólo te influye a ti.

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  7. Solución: deja de ver Sexo en Nueva York.

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  8. Te entiendo muy bien. Tengo 25 años y me he sentido varias veces culpable por lo mismo. Quizás no le he hecho con un total desconocido pero si con gente que conocía muy poco. Pero hoy me he sentido muy mal porque me he acostado con un tio por quitarme el mono de sexo, ni siquiera me gustaba y lo hacía tan mal que le he tenido que decir que parara y me he ido de su casa llorando. Me siento terriblemente sucia.

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