jueves, 3 de marzo de 2011

Desamores 2.0 (o por qué un blog)


Bueno, dispuesta a contar cómo un día desaparecí del mundo blog, mi cabeza me ha remontado hasta el origen de todo: el día que Pasteloso apareció en mi vida.

Así que niños, voy a contaros cómo conocí a vuestro padre. Y si habéis entendido el guiño, sabréis que voy a extenderme.

Tras los desengaños que ya me he deleitado en contaros con las historias de autoflagelación del PPN (y otras con otros fulanos que no os he contado, porque a pesar de la gran capacidad de reírme de mí misma todavía conservo algo de dignidad) podréis comprender que yo andaba algo escaldada en mis experiencias con los hombres. Una vez pasada la fase depresiva, durante la cual te escondes debajo del edredón a llorar lagrimones del tamaño de tu puño -que ya quisieran muchas abuelas del mundo poderlos colgar de sus lámparas de araña-, tus horizontes se amplían ligeramente a las cuatro paredes de tu habitación y si, como yo, dispones de un portátil, la siguiente fase pasa por la búsqueda de semejantes.

Te sientes tan sumamente desgraciada y miserable que buscas hasta en internet no ser la única persona del mundo a la que han jodido de esa forma. Y obviamente pronto encuentras trillones de almas cándidas que han pasado por tus mismas circunstancias y que han sido humilladas de la misma forma, encandiladas con las mismas mentiras y cegadas por esos falsos príncipes azules que les prometían todo y más. Parece mentira que el amor y el sexo nos hagan generar tanta basura mental, cuando debería ser algo natural y agradable en todos los sentidos.

Pero tú sigues con tus fases del desamor, que es lo importante: te encierras en tu habitación, mientras comes helado en cubo tamaño industrial con el portátil sobre los muslos y de repente un día te animas y decides abrir tu propio blog donde compartir tus desgracias con otros corazones rotos. Vas desahogando tus penas, poniendo verde al sátiro de turno o contando tus desventuras hasta que descubres que maldecir a ese desgraciado no interesa a nadie (en el fondo, ni a ti) y que las pequeñas cosas de cada día son mucho más interesantes y mejor acogidas por tu pequeño público, que comenta tus chorradas, las aplaude y llega un día que incluso las espera, pide más.

Y te sientes, en cierto modo, admirada.
Y eso te hace sentir importante.
En el fondo de tu corazón se enciende una lucecita que te recuerda que sirves, que vales y que a pesar de que unos cuantos sinnombre te hayan ninguneado eres importante.
Que para esas diez personas que se interesan, leen y comentan aquello que escribes, aunque no sea vital, eres en cierto modo importante.

Y eso, aunque pueda parecer una chiquillada, en ese momento de tu vida es lo que más necesitas. Y eso, señores, es bueno. Muy bueno.

Muchísimas gracias a todos por el simple hecho de estar aquí.

Qué profundo me ha quedado... voy a llorar y todo joo...

6 comentarios:

  1. Proceso por el q pasamos muchos...
    Saludos,
    ;)

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  2. Muy contenta de que estés otra vez por aquí, Paranoica. Me ha gustado tu post, y algo me dice que vienes con más energía que nunca. Un besote.

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  3. Aceptamos barco como animal acuático. :D

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  4. Gracias por la acogida, espero no tener que volver a hacer otro acto de bienvenida.

    En serio, gracias a todos...

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  5. Escalofriantemente cierto.
    BeXo.

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