jueves, 16 de septiembre de 2010

En celo


Estoy cachonda perdida.

Salida, verraca, hirviente, palpitante, en ebullición, acalorada, lujuriosa, lasciva, calenturienta, con la libido por las nubes.

Estás en la oficina, asomas detrás del monitor de tu ordenador y yo te observo atrincherada desde mi mesa de trabajo mientras escribo esta entrada, dedicada a ti con toda la efusividad que me proporciona el subidón hormonal.

No alcanzo a comprender por qué estoy tan alterada. Estoy en el día 25 de mi ciclo y en lugar de ser una amargada víctima del síndrome premenstrual, soy mártir de mi furor uterino. Me conozco, soy consciente de mi hipersensibilidad sexual, pero lo de hoy juro que es exagerado. Debe ser tu olor, esa mezcla entre Le male y tus propias feromonas. Estoy inquieta, necesito mantenerme ocupada para despejar mi mente o acabaré saltando sobre ti... Y aún quedan cuatro horas compartiendo despacho.

Te veo comunicándote con el jefe supremo a través de Skype para intentar cuadrar un presupuesto de tarjetas mágicas. Tu cara de concentración, frunciendo ligeramente el ceño, me parece de lo más sexy y varonil. Todo ese vocabulario administrativo saliendo de tus labios, con la entonación chulesca que te da saber que eres el mejor en tu trabajo me resulta arrebatador. Estoy pasmada ante tamaña demostración de seguridad en uno mismo. Intento no mirar, concentrada en mi portátil, pero resoplas y alzo la vista. Algo se tuerce en la hoja de cálculo y te muerdes el labio inferior en un gesto exageradamente morboso. Acabo de descubrir que me pone mucho el rollo ejecutivo agresivo. Estoy a un paso de estallar en llamas. Mejor voy al baño a refrescarme.

Encerrada en el lavabo, me sorprendo a mí misma con un manantial de fluidos entre las piernas y una lluvia de ideas obscenas entre las sienes. No sé qué hacer con mis manos. Parece mentira lo evocador que resulta todo para mi imaginación cuando no la domino. Si no salgo pronto de aquí acabaré cayendo en el onanismo. Mejor vuelvo a mi trinchera.

Sigo comiéndote con los ojos, analizando cada uno de tus movimientos para guardarte en mi memoria y conseguir reproducirte fielmente en mi cabeza en mis ratos ociosos. Con unas manos desproporcionadas y esos dedos infinitos, verte acariciar la rueda del ratón es altamente provocador. Nunca había caído en ese paralelismo de formas y movimientos, pero al parecer un tal Andy Kurovets sí. No puedo evitar verme tendida en tu escritorio, sustituyendo el teclado por mi cuerpo. Sus vocales por mi boca y su barra espaciadora por tu barra en mi espacio. Joder...

Me revuelvo en mi silla. Intento cambiar de postura con tal de calmarme un poco pero mi scroll está demasiado demandante, rozándose entre mis muslos y el asiento. Necesito una ducha fría YA. Hay que levantarse. Me paseo hasta el termostato y lo bajo un par de grados, a ver si somatizo un poco el descenso de temperatura. No puedo evitar volverme al pasar frente a tu escritorio y tus ojos se encuentran con los míos en un cruce de miradas incendiarias. Relax, sólo queda una hora y podré soportarlo.

Entro de nuevo en el lavabo, me lavo la cara y me refresco con algo de agua porque esto no puede ser. Entonces ocurre. Llegas al cuarto de baño y me ves ahí haciendo tiempo, con las manos apoyadas en la pila y mirándome en el espejo el maquillaje corrido y el pelo humedecido. Mi mente hace una rápida reproducción de fotogramas lascivos mientras yo encajo que me estés viendo con semejante aspecto. Sacas tu Blackberry del bolsillo del pantalón y la dejas caer sobre el mármol. Me coges desde atrás y acercas tu cuerpo al mío, con tus manos sobre mis caderas. Observo anonadada cómo acercas tu boca a mi oído y, a cámara lenta, se abre para decir algo. Alta tensión.

- Estoy esperando la llamada de un cliente. Tienes de tiempo hasta que suene el móvil.
- Pensé que hoy no caerías.
- Contigo siempre caigo.

Me doy la vuelta y voy comiéndote la boca mientras me levantas a horcajadas para sentarme sobre el mármol. Te arranco la camisa en un suspiro y mientras devoro cada centímetro de tu torso desnudo, arremangas mi falda hasta acceder donde te place.

Besos, piel, respiración agitada, erección, guerra de sexos, jadeos, piel, embestidas, humedad, mordiscos, sudor, placer, gemidos... Me esfuerzo por mantener un nivel acústico aceptable. Tacto, más piel, deseo, fuerza, sublimación. Eres un experto en la lectura braille de mi cuerpo. A partir de aquí, inenarrable.

Cuando recupero la consciencia, analizo los daños.

En algún momento de éxtasis he roto el espejo del baño.
Necesito ropa interior nueva, o al menos seca.
Mi ombligo inundado de ti me obliga a hacer malabarismos para limpiar tu rastro de mi vientre.
Te marchas con mis uñas tatuadas en la espalda y el deseo chispeando en tu mirada.

Sé que habrá más.

Como alguien dijo: Se te va a secar el cerebro a través de la polla, de tantas pajas pensando en ella... déjalo ya!

8 comentarios:

  1. Eso es lo malo de currar en casa bien solito, que a mí nunca me podrá pasar nada parecido.

    ResponderEliminar
  2. En casa también hay baño ¿no?
    Seguro que tu chica hace que desbordes imaginación y ganas... sólo falta entretener al enano. Yo me encargo.

    ResponderEliminar
  3. Lo siento, he leído "estoy cachonda perdida" y no he podido seguir leyendo... de la emoción mayormente.

    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

    ResponderEliminar
  4. Mujer, no voy a negarte que de cuando en cuando, con el enano ya acostado, se me aparece en mi cuarto de trabajo una moza con escasa o ninguna indumentaria, me agarra por donde sobresalga y me lleva a rastras. Eso sí, nada de lavabos: nosotros somos de natural comodón, camita, sofa, colchoncito inchable…

    ResponderEliminar
  5. Esto es realidad o ficción??

    Yo, como Jose Antonio, soy de natural comodona, donde esté una superficie blandita, que se quite lo demás.

    ResponderEliminar
  6. Sr. Gilipollas, me alegra al menos haber recibido su visita.

    Jose Antonio y caótica, yo también prefiero estar más cómoda, donde haya una cama de 2x2 que se quite el mármol del baño... pero en la oficina no hay colchones y su morbazo tiene. Por cierto, la historia es real.

    ResponderEliminar
  7. De parte del Gremio de Solteros que Batallan Semanal e Infructuosamente para Conseguir unas Migajas de Sexo, gracias por ponernos... los dientes largos.

    ResponderEliminar
  8. "Intento cambiar de postura con tal de calmarme un poco pero mi scroll está demasiado demandante, rozándose entre mis muslos y el asiento."


    Mi scroll, tremendo.

    Un saludo

    ResponderEliminar